Español
“Como el Padre me ama a mí, así los amo yo” [Juan 15:9].
Qué bonito sentimiento…pero no lo creemos.
Lo que Jesús está diciendo es que somos tan amados como Jesús. Como Jesús es amado, así somos amados. Dios nos ama a nosotros tanto como Dios ama a Jesús. Y, no, no lo creemos.
¿Cómo puede ser? ¡Jesús es el mismo hijo de Dios! Claro que Dios ama más a él que a nosotros. Además, Jesús no tiene pecado. ¿No ama Dios más a los que no tienen pecado que a los que sí tienen pecados? María tampoco pecó, entonces Dios tiene que amar a ella más que a nosotros, ¿no?
¡No! ¿Por qué no? Porque Dios no sólo ama, Dios es amor, y hay una gran diferencia entre los dos.
Nosotros amamos, pero también somos capaces de no amar. Aun cuando amamos, nuestro amor se mezcla con los celos, la inseguridad, el egoísmo, o el orgullo. Amamos en parte por ser quienes somos—buenas personas de fe—y amamos en parte por ser quien sea el otro. Amamos la bondad que vemos en otros, y no amamos o no amamos tanto a los que pensamos que no son buenas personas.
Así no es con Dios. Dios es amor, que quiere decir que Dios no puede hacer otra cosa más que amar. Quiere decir que Dios no nos ama porque somos buenos, sino porque Dios es amor. Quiere decir que Dios no nos ama por algo que hayamos hecho, y también quiere decir que no deja de amarnos por algo que hayamos hecho. Porque Dios es amor.
No hay nada que podemos hacer para que Dios nos ame más de cómo nos ama en este momento.
No hay nada que podemos hacer para que Dios nos ame menos de cómo nos ama en este momento.
Jesús nos echa el desafío, “Que se amen los unos a los otros,” y a menudo escuchamos este mandato, pero no olvidemos el mandato completo: “Que se amen los unos a los otros como yo lo s he amado” [Juan 15:12], que quiere decir que primero hay que creer que Dios nos ama a nosotros tanto como Dios ama a Jesús.
English
“As the Father loves me, so I also love you” [John 15:9].
What a nice sentiment…but we don’t believe it.
What Jesus is saying is that we are loved as much as Jesus is loved. As Jesus is loved, so we are loved. God loves us as much as God loves Jesus. And no, we don’t believe that.
How could that be? Jesus is God’s son! Surely God loves Jesus more than God would love us. Not only that, but Jesus is sinless. Wouldn’t God love someone who is sinless more than someone who isn’t? Mary too was sinless, so, of course, God loves her more than God loves us, no?
No! Why not? Because not only does God love, God is love, and there is a big difference.
We love, but we are also capable of not loving. Even when we do love, our love is mixed with jealousy and insecurity and selfishness and pride. And when we love, we love in part because of who we are—good people of faith and love—and also in part because of who the other is. We love the goodness in others…and we don’t love people we see as not being good.
Not so with God. God is love, which means that God cannot do anything but love. It means that God is not capable of not loving. It means that God loves us not because we’re good, but because God is love. It means that God loves us not because of anything we’ve done, so it also means that won’t stop loving us because of anything we do, because God is love.
There is nothing we can do to get God to love us any more than God loves us right now, because God is love.
There is nothing we can do to make God love us any less than God loves us right now, because God is love.
Jesus challenges us, “Love one another…” We’ve heard that commandment a lot, but the full commandment is, “love one another as I have loved you” [John 15:12], which means that first we must believe that God loves us as much as God loves Jesus.