EspañoI

En la Biblia los dos libros de Samuel y los dos libros de los Reyes narran una gran porción de la historia del pueblo de Israel.  Los dos libros de Crónicas repiten los éxitos y fracasos de los libros anteriores, pero explicando el porqué de lo que sucedió: ¿por qué tuvieron éxito?  ¿por qué fracasaron?

Escuchamos hoy del segundo libro de Crónicas, explicando por qué el pueblo fue llevado al exilio.  La explicación es fácil: Dios premia la obediencia y Dios castiga la desobediencia.  El exilio fue castigo por el pecado.    

¿Cuántas veces hemos escuchado esto?  Si nos comportamos bien, Dios nos bendice y si pecamos Dios nos castiga.  ¿Lo creemos?  

Job no lo creía.  Hace cinco semanas escuchamos del libro de Job.  Sus amigos trataron de convencerle que su sufrimiento fue el castigo de su pecado, y sólo tenía que arrepentirse para que Dios lo restableciera.  Job dijo que no; que no había cometido ningún pecado para merecer tanto sufrimiento.  Job niega la teología del libro de Crónicas.

A lo mejor esto sorprende a algunos que hay contradicciones dentro de la Biblia, pensando que la Biblia está de acuerdo consigo misma.  La verdad es que sobre una variedad de asuntos hay una variedad de perspectivas en la Biblia.

Entonces, ¿recibimos lo merecido o no?

Pues, la misma lectura contradice esta creencia, porque a pesar de la pecaminosidad del pueblo, Dios lo rescató por medio de Ciro, rey de Persia.  

Para pedir prestada la palabra que San Pablo usa: es una gracia; todo es gracia, es decir, todo es regalo.  Regalos no se dan a los merecidos sino a los queridos.  

¿Qué nos dijo el evangelio?  Que tanto amó Dios al mundo que nos envió a su propio hijo.  Dios no escatimó nada para salvar al mundo.  Pero si Jesús no vino a condenarnos, ¿cómo es que somos juzgados?  Dios permite que nuestras malas acciones tomen sus consecuencias, es decir, Dios permite que los pecadores castiguen a sí mismos.

Y, al fin, en el “juicio final,” Dios no nos impone un juicio.  El juicio no nos viene como sorpresa.  ¿Recibiremos lo que merecemos?  Recibiremos lo que escogemos, porque Dios nos permite decidir nuestro propio destino, sabiendo que “el amor es siempre un tormento para los que odian, y un tormento final es imposible para los que aman” [Richard Rohr, Encuentros Maravillosos].

English

In the Bible, the two books of Samuel and the two books of Kings recount a large portion of the history of the people of Israel.  The two books of Chronicles repeat the successes and failures of the people and their leaders but adds an explanation as to why what happened happened.  Why did they meet with success?  Why did they suffer defeat?

We heard today from the Second Book of Chronicles, explaining why the people were carried into exile.  The explanation is easy: God rewards the good and punishes the bad.  The exile was punishment for sin.  

How many times have we heard that explanation?  If we behave, God blesses us; if we sin, God punishes us.  Do we believe that? 

Job didn’t.  Five weeks ago, we read from the book of Job.  Three of his friends tried to convince him that his suffering was punishment for sin, so if he confessed his sin and repented, God would restore him.  Job said no, he had not committed any sin deserving of such punishment.  In other words, Job was denying the theology of Chronicles.

It may surprise some to hear that the Bible contradicts itself, believing the Bible to be always in agreement with itself, but the truth is that on a variety of subjects the Bible offers a variety of perspectives.

So, do we get what we deserve or not?

Well, the second half of today’s reading itself contradicts the first half and the belief that we get what we deserve, because in spite of the people’s sinfulness, God rescued them through Cyrus, king of Persia.

To borrow Saint Paul’s word from the second reading: it is grace; everything his grace, which means everything is gift.  Gifts are not given to those who deserve them but to those we love. 

What did today’s gospel say?  God loves the world so much that he sent his own son.  God spared nothing in saving the world.  But if Jesus didn’t come to condemn us, how are we to be judged?  God permits our sinful actions to have their natural consequences.  In other words, God lets sinners punish themselves.

And in the end, at what we call the “final judgment,” God will not impose a judgment on us, and the verdict will not come as a surprise to us.  Will we get what we deserve?  We will get what we choose, because God allows us to choose our destiny, knowing that “love is always torment for the hateful, and final torment is impossible for the loving” [Richard Rohr, Wondrous Encounters].