John XXIII

ESTEBAN POR IGUAL…

Hoy es un día histórico para la Iglesia católica: la canonización de dos Papas populares, influyentes—y santos.  El Papa Francisco declarará oficialmente lo que el pueblo ha declarado informalmente: el Papa Juan XXIII y el Papa Juan Pablo II son santos.  Cada uno a su manera cambió la Iglesia y, por medio de la Iglesia, cambió el mundo.  Irónicamente, el papado de Juan XXIII duró solamente cuatro años y medio, mientras que el papado de Juan Pablo II fue uno de los más largos en la historia de la Iglesia: 26 años y medio.

Todos los católicos de hoy en día conocen al Juan Pablo II porque apenas murió en 2005, y como ya mencioné, fue Papa por más de 26 años, es decir, por la mayoría de la vida de la mayoría de los católicos que viven hoy.  Juan XXIII murió en 1963, y sólo los de mi edad o mayores—que tienen 60 años o más—pueden recordarlo.  Yo lo recuerdo, y siempre ha sido uno de mis héroes en la fe.

Juan XXIII nació Angelo Giuseppi Roncalli en 1881 en Sotto il Monte, un pueblecito de Italia.  Era uno de 12 hijos de pastores muy pobres.  Como niño ya se sentía el llamado de Dios a ser sacerdote.  Como seminarista fue obligado a servir en el ejército italiano, pero se recibió como sacerdote a los 22 años de edad.  Su experiencia sacerdotal le exponía a las realidades crueles de la vida: era secretario del Obispo de su diócesis y se involucró en pelear por los derechos de los trabajadores de su diócesis.  Al morir el Obispo, el Papa lo nombró primero como delegado del Vaticano a Bulgaria, y después a Turquía, a Grecia, y últimamente a Francia.  En todos estos países el futuro Papa encontró a gente de distintas culturas e idiomas, distintas religiones, y distintas ideas políticas, y así aprendió a establecer la unidad en medio de la diversidad igual que servir a los necesitados.  Sirvió como capellán durante la Primera Guerra Mundial y vio personalmente los horrores de la guerra.  Finalmente, el Papa lo nombró el Arzobispo de Venecia en Italia, y designado un cardenal de la Iglesia.

Todas estas experiencias le sirvieron como Papa, porque Juan XXIII trabaja incansablemente por la paz en el mundo.  Por ejemplo, cuando en el otoño de 1962, el Presidente Kennedy de los Estados Unidos y el Primer Ministro de la Unión Soviética, Nikita Khrushchev, que se amenazaron con guerra sobre las armas proyectiles nucleares que la Unión Soviética había instalado en Cuba, por la intercesión de Juan XXIII los dos líderes dejaron sus amenazas y abandonaron sus planes para atacar el uno al otro, retirándose en paz.  Entre los ocho encíclicas que Juan XXIII escribió, la más famosa e impactante fue Pacem in Terris—Paz en la tierra.  Quizás Juan XXIII es más conocido por haber convocado el Concilio Vaticano Segundo (1962–65), que transformó la Iglesia en muchas maneras, desde devolvernos nuestras Biblias hasta celebrar la Misa en nuestro propio idioma.

Hoy la Iglesia reconoce la santidad de este humilde pastor que llegó a ser el Pastor Supremo de la Iglesia católica, y ahora es San Juan XXIII.

            Padre Esteban

 

 

 

EVEN STEVEN…

           Today is a historic day for the Catholic Church: the canonization of two popular, influential, and holy Popes.  Pope Francis will officially declare what the people have declared informally: that Pope John XXIII and Pope John Paul II are saints.  Each one in his own way changed the Church and, by changing the Church, changed the world.  Ironically, the papacy of John XXIII lasted just four and a half years, while the papacy of John Paul II was one of the longest in history: 26 and a half years.

All Catholics today know Pope John Paul II because he died only a few years ago in 2005, and, as I mentioned, he was Pope for more than 26 years, in other words, for the majority of the life of the majority of Catholics living today.  John, on the other hand, died in 1963, and only those my age or older—60 years old or older—can remember him.  I remember him and he has always been one of the heroes of my faith.

John XXIII was born Angelo Giuseppi Roncalli in 1881 in Sotto il Monte, a small town in Italy.  He was one of 12 children of poor farmers.  As a child he already felt God’s call to be a priest.  As a seminarian he was obliged to serve a time in the Italian army, but he was still ordained at the age of 22.  His experience as a priest exposed him to the cruel realities of life: he was secretary to the Bishop of his diocese and became involved in a struggle for the rights of workers in his diocese.  When the Bishop died, the Pope named Roncalli as the Vatican delegate first to Bulgaria, then to Turkey, Greece, and finally France.  In all of these countries the future Pope met people of different cultures and languages, different religions, and different political ideas, and so he learned to establish unity in the midst of that diversity as well as to serve people in need.  He was an army chaplain in World War I and saw firsthand the horrors of war.  Eventually, he was appointed the Archbishop of Venice, Italy, and named a cardinal of the Church.

All of these experiences served him as Pope, because John XXIII worked tirelessly to establish peace in the world.  For example, when in 1962, President Kennedy of the United States and Premier Nikita Khrushchev of the Soviet Union traded threats of war because of the nuclear missiles that the Soviet Union had installed in Cuba, it was through the intercession of Pope John XXIII that both leaders abandoned their threats and plans for war, retreating in peace.  Of the eight encyclicals that Pope John XXIII wrote, the most famous and influential was Pacem in Terris—Peace on Earth—published just weeks before he died.  Perhaps he is remembered most for having convened the Second Vatican Council (1962–65), which transformed the Church in many ways, from sending us back to our Bibles to celebrating Mass in our own language.

Today the Church recognizes this humble shepherd who became the Chief Shepherd of the Catholic Church, and he is now Saint John XXIII.

John XXIII                Father Steve