Español
ESTEBAN POR IGUAL…
Como anuncié en las Misas del pasado fin de semana, el Diácono Carlos ha decido tomar otro camino en su vida y ha dejado su trabajo como diácono tanto en la parroquia de San José Obrero como en la del Santo Nombre de Jesús. Su plan es volver a Nueva Jersey, donde vivía antes de mudarse a Grand Rapids. Las semanas de quedarnos en casa ofrecieron al Diácono Carlos un tiempo para descansar, meditar, orar, y evaluar su vida, y su decisión brota de este tiempo de discernimiento.
Es imposible expresar en palabras el impacto que el Diácono Carlos ha tenido en nuestra comunidad. Por 17 años ha trabajado entre nosotros, balanceando su trabajo entre las dos parroquias con dos comunidades, dos párrocos, dos calendarios, etc. No es fácil. Y a lo largo de 17 años, ¿a cuántos ha bautizado? ¿casado? ¿A cuántos funerarias ha visitado? ¿Cuántas clases y charlas ha dado? ¿A cuántos adultos ha preparado para los sacramentos? ¿A cuántas personas y parejas ha aconsejado?
Es obvio que el ministerio del Diácono Carlos ha tocado muchas vidas, pero su ministerio no se mide o se evalúa en términos de puros números. Todos sabemos muy bien que el Diácono Carlos hizo todo esto con un ánimo de espíritu, una fe ardiente, y un amor por el pueblo que lo motivan en su vida entera, solamente en su ministerio. En estos días de la pandemia, recordemos que coronavirus no es la única cosa contagiosa. La fe y el entusiasmo del Diácono Carlos también son contagiosos, y muchos han sido infectados y afectados.
Por estar en tiempo de pandemia, no podemos festejar al Diácono Carlos para expresar nuestro agradecimiento y despedirnos de él como quisiéramos y como él se merece.
Vamos a sentir la ausencia del Diácono Carlos, y también estamos planeando cómo reemplazar el buen trabajo que él hacía, desde preparara los catecúmenos hasta enseñar clases pre-bautismales y bautizar hasta agendar a los ministros litúrgicos. Al sentir su ausencia, estaremos aun más agradecidos por las huellas que el Diácono Carlos ha dejado en nuestros corazones.
English
EVEN STEVEN…
As I announced at last weekend’s Masses, Deacon Carlos has decided to take another road in life and has left his work as a deacon both here at St. Joseph the Worker parish as well as at Holy Name of Jesus parish. His plan is to return to New Jersey, where he lived before moving to Grand Rapids. The weeks under the “stay-at-home” order offered Deacon Carlos a time to rest, to meditate, to pray, and to evaluate his life, and his decision is the result of his time of discernment.
It is impossible to express in words the impact that Deacon Carlos has had on our community. For 17 years he has worked among us, balancing his work between two parishes with two communities, two pastors, two calendars, etc. No easy task. Over the course of 17 years, how many has he baptized? Married? How many funeral homes has he visited? How many talks and classes has he given? How many adults has he prepared for the sacraments? How many people and couples has he counseled?
It is obvious that Deacon Carlos’ ministry has touched many lives, but his ministry can’t be measured or evaluated by pure numbers. We all know well that Deacon Carlos did all of this with a lively spirit, an ardent faith, and a love for people that motivated him in life as well as in his ministry. In these days of the pandemic, let us remember that the coronavirus isn’t the only thing that is contagious. Deacon Carlos’ faith and enthusiasm are also contagious, and they have infected and affected many.
Because we are in this time of pandemic, we are not able to celebrate Deacon Carlos to express our thanks and bid him farewell as we would like and as he deserves.
We will very much feel the absence of Deacon Carlos, and we are also figuring out how to make up the work he did, from preparing catechumens to teaching pre-baptism classes and baptizing to creating the calendar for liturgical ministers. When we feel his absence, we will be even more grateful for the footprints that Deacon Carlos has left in our hearts.